21.4.14

Ella es un ser que llena su vacío con palabras que se leen en silencio
porque estas solo se sienten cuando se reflexionan de verdad.

Te sentás en mi mesa con el pucho en la mano, los anteojos caídos y me cebas un mate. Tu pelo siempre revuelto, cambia tanto de color que en mi imaginación siempre esta rojo, para que se me haga más fácil recordarte. Vos sos la adulta en el cuerpo de una niña, con abrazos calidos y música tranquila. Juntas tenemos una oscuridad silenciosa que se asoma cada vez que charlamos. Pero no la dejamos aparecer del todo, quizás todavía tenemos miedo de que nos coma. Me cebas otro mate y se nos terminan los puchos, hablar del amor y la desgracia nos hace fumar de más. Nos leemos un largo rato, siempre lo hicimos. Hablamos de cuan fascinante es la gente desconocida y de lo bien que se siente que hablemos, de lo reconfortante que es la catarsis cuando es nuestra y de cuanto nos queremos. Me das un abrazo, yo te doy otro. Bailamos un poco, reímos, y te acompaño a la parada.

Sos la tranquilidad de un niño dormido, con un alma contrastante, y silencios que hablan. 

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